
Cada tanto, la vida me lleva a un lugar conocido: el punto cero. Hoy cumplo 48 años, y aquí estoy otra vez, empezando de nuevo. Pero, ¿qué significa realmente comenzar de cero?
No es la primera vez que mis negocios, mis proyectos y mis sueños llegan a su ocaso. He tenido restaurantes donde la gente disfrutaba no solo de la comida, sino de una experiencia completa: música de violín en vivo, atención personalizada, un ambiente que parecía sacado de un cuento. También he creado espacios culturales donde el arte fluía libremente, y he vendido más cuadros ajenos que propios, simplemente porque entendía la historia detrás de cada pincelada.
Y sí, también he barrido calles y destapado alcantarillas. He tocado el violín en esquinas y grandes eventos con la misma pasión. He vivido como un arlequín de esta época: combatiendo con la espada de la creatividad en una batalla constante contra el fracaso y la monotonía.
El ciclo de construir y dejar ir
He aprendido que los negocios, como las estrellas, tienen su ciclo de vida. Algunos brillan fugazmente; otros iluminan durante años. Pero todos, sin excepción, enfrentan su final.
¿Es eso una tragedia? Para muchos lo sería. Para mí, es una invitación a reinventarme. No es la caída lo que me define, sino lo que decido hacer después. Cada cierre, cada despedida, me ha enseñado algo nuevo. Me ha mostrado cómo adaptarme, cómo encontrar oportunidades donde otros solo ven problemas.
Recuerdo una vez, en uno de mis restaurantes, cuando un cliente me dijo: “La música que tocas aquí hace que todo sepa mejor”. Esa frase quedó grabada en mí. No porque fuera un elogio, sino porque entendí algo esencial: lo que realmente ofrezco al mundo no es un producto, es una experiencia. Es un momento que conecta a las personas con algo más grande que ellas mismas.
El arte de reinventarme
Reinventarme no ha sido solo una necesidad para sobrevivir; ha sido un arte. Es el acto de tomar los escombros de un sueño caído y convertirlos en los cimientos de algo nuevo.
Cuando mis primeros negocios fracasaron, me pregunté si estaba destinado al fracaso. Pero entonces recordé algo: el universo siempre da segundas oportunidades, aunque a veces llegan disfrazadas de desafíos. Así que tomé mi violín y salí a las calles. No fue un acto desesperado; fue un recordatorio de lo que me hace feliz, de lo que puedo ofrecer al mundo incluso con las manos vacías.
Y allí, en las esquinas y plazas, encontré algo invaluable: historias. Cada persona que se detenía a escuchar tenía algo que contar, y de alguna manera, mi música se entrelazaba con esas historias. Aprendí que el arte no es solo una expresión personal; es un puente hacia los demás.
Lo que realmente ofrezco
A lo largo de mi vida, he sido muchas cosas: emprendedor, músico, gestor cultural, artista, vendedor, soñador. Y en cada rol, mi objetivo siempre ha sido el mismo: crear experiencias significativas.
- En mis restaurantes, no solo servía comida; creaba momentos que las personas recordaban.
- En mis proyectos culturales, no solo vendía cuadros; ayudaba a otros artistas a encontrar su voz.
- En mi tienda, no solo atendía clientes; compartía conocimientos y conectaba con miles de personas cara a cara.
Hoy, con 48 años, estoy listo para compartir todo lo que he aprendido. Mi creatividad y mi experiencia están al servicio de quienes necesiten soluciones innovadoras, ya sea en diseño, fotografía, creación web o proyectos culturales.
Un mensaje para ti
Sé que no soy el único que ha enfrentado caídas. Todos lo hemos hecho. Y si algo he aprendido, es esto: no me defino por lo que pierdo, sino por lo que hago con lo que me queda.
Confío en que el universo tiene un propósito para mí, incluso cuando todo parece oscuro. Practico la resiliencia, dejo ir las certezas y me atrevo a nadar en las aguas inciertas de la vida. Porque allí, en medio de la incertidumbre, es donde ocurren los milagros.
Si buscas a alguien que entienda lo que significa empezar de nuevo, alguien que pueda aportar creatividad y pasión a tu proyecto, aquí estoy.
🌐 www.beranyer.com
🌐 www.crisalida.us
🌐 www.tucajitafeliz.com
Reinventarme no es fácil, pero siempre vale la pena.